Sobre la creadora de Artista Emprendedor...
![]() Voy a compartir contigo mi historia.
Tengo 34 años. Soy Artista Escénica y empresaria. Más específicamente, soy actriz y acróbata aérea de profesión y directora de una gran Compañía artística que amo. Dentro de estas pasiones transcurro entre la docencia, la dramaturgia, el arriba y abajo del escenario, la dirección y el mundo empresarial. Y lo más importante, ser mamá de una hermosa niña que se llama Francesca. Amo mi trabajo. Me divierte. Me enriquece. Me apasiona. MIS INICIOS Mi romance con el arte escénico comenzó a los 15 años. Tenía tantas notas bajas en el liceo que a mi madre casi le viene algo… Siempre padecí de Déficit Atencional e Hiperactividad, algo que vive conmigo hasta hoy. Eso hizo que en mi adolescencia, a pesar de que yo sabía que podía ser brillante, sintiera que no encajaba en tan escueto sistema educativo, para el cual era un cúmulo de puntos rojos en un carnet. En seguida, me dieron pase a la psicóloga del liceo para que evaluara el por qué de mi tan mediocre rendimiento, lejos de comprender que quizás solo necesitara más paciencia y que un círculo a veces no cabe en un cuadrado. Luego de esta evaluación, la experta creyó conveniente que comenzara a formar parte del grupo de taller de teatro que se impartía en el liceo como taller recreativo, como forma de, (además), comenzar a socializar un poco más, algo que me resultaba poco atractivo. Pensé que aquello era terrible, ya que evidentemente todos los inadaptados sociales del liceo marchaban allí como terapia. Pero… con tal de no ser molestada y de demostrar mi interés de mejorar, me sumé al taller de teatro. Y allí, saqué un pasaje de ida… No era cualquier tallerista el que estaba allí, era (y es) uno de los grandes actores y directores de teatro, además del mayor investigador sobre Circo del Uruguay. El Maestro Juan Antonio “Juanito” González Urtiaga. Así que con él, descubrí la gran pasión a la que entregaría mi vida. Nunca dejé de formarme con él. A mis 16 años estábamos en nuestra primera gira y ya no me imaginaba haciendo otra cosa. LA PARTIDA A los 18 años, confirmando mi decisión a toda mi familia de ser artista, decidí irme a vivir a Buenos Aires para hacer carrera. A pesar de los disgustos y desaprobación de mi familia, partí con 18 recién cumplidos, con poco dinero, sin trabajo, ni casa, pero con mucha decisión, y a último momento, con el apoyo incondicional de mis padres que entre lágrimas de tristeza y orgullo me vieron ir por mi sueño. Creo que nunca me voy a olvidar del día que me subí a ese bus… sabía que algo grande iba a pasar. En Buenos Aires, todo fue fantástico. Cursé primer año y lo pasé con mérito. Igual con el segundo. Pero para el tercer año de la carrera un acontecimiento cambió mi vida para siempre. UNA NUEVA VIDA A los 20 años quedé embarazada. No sabía qué hacer. Me faltaba un año para recibirme y sabía que mi hija nacería pasado el segundo semestre de ese año, y tal cual lo creía, en la escuela de actuación no me permitieron acceder al último año de la carrera porque no podría terminarlo ni rendir el examen de egreso. En ese entonces me encontraba en el Sur Argentino a donde había llegado como mochilera haciendo dedo y vendiendo mis artesanías para juntar dinero para arrancar el año lectivo, pero junté mis cosas y pegué la retirada para Montevideo. Estaba a miles de kilómetros, lejos de mi familia, e iba a ser mamá. Sabía que tenía que volver. Necesitaba el calor de mi familia y que mi hija naciera en mi país. Así, de la noche a la mañana, volví y me alejé de todo rastro artístico que me hubiera empapado hasta el momento. Comencé a trabajar, aunque muy agradecida, pero en algo que poco tenía que ver con lo que yo amaba, en el comercio de mi papá que venía herido y rengueando de una dura crisis en el país que los había dejado con las ruedas para arriba. Me entregué a ser ama de casa y madre. Me resigné a la nueva situación y me alejé de mi vida pasada Tal vez yo podía engañarme en la superficie, pero el alma no se va con trampas. Cuando mi hija cumplió un año otro acontecimiento volvió a transformar mi vida. UNA ALERTA ROJA Ya habían pasado casi dos años de distancia de esa vida añorada, cuando mi cuerpo comenzó a fallar: ese alejamiento me había costado la salud. Mi cuerpo me estaba avisando de que esa no era yo. Me estaba enfermando. Un diagnóstico médico me dio el golpe que necesitaba para despavilarme. Entonces, escuché a mi cuerpo y le hice caso. Una tarde, internada en el sanatorio, me encontré conmigo misma y tomé una decisión. Si salía de esa, iba a volver a encontrarme con mi sueño, y más que eso, iba a crear algo grande. Algo tan grande que pareciera loco, imposible e irreal. Algo de lo que mi hija estuviera orgullosa. Una herencia que trascendiera lo económico. Un mensaje claro de que los sueños existen para ser materializados, y eso es ley. Esa locura tendría nombre: Circomedia. Lo demás, sucedió prácticamente solo y aceitado. Salí de una operación y al tiempo me declararon recuperada. Había ganado. Ahora tenía que cumplir. NACE UN SUEÑO Todo fue muy rápido… volví a entrenar acrobacias, viajé a Argentina a solicitar mi escolaridad para validar mis años aprobados, volví y terminé de cursar el año restante de mi carrera de actriz en Montevideo. Ese mismo año ya Circomedia era una idea en funcionamiento. Comencé con 10 alumnos, trabajaba de oficina de mañana, daba clases de circo durante la tarde, y hacía funciones de acrobacias aéreas por la noche. Mi hija era aún una beba y la vida no era fácil. Madre soltera, poco dinero, y poco tiempo para estar con ella. Aunque siempre con el apoyo incondicional de mis padres, que más que padres, fueron (y son) ángeles. El asunto era, que amaba tanto mi trabajo que lo hacía bien. Usaba espacios de otras compañías, y al final del primer año ya tenía varios alumnos que me seguían. Al poco tiempo, sabía que Circomedia ya podía tener su propia sede y yo podía renunciar a mi trabajo matutino. El problema era que no tenía nada de dinero ahorrado y como no tenía absolutamente nada más que mucha voluntad como garantía, nadie me prestaba el dinero para emprender. Encima de todo, la presión de tener una hija chica que mantener latía con miedo y fuerza. "Tomate la vida en serio" "Ahora sos madre" "La niña tiene necesidades" eran provocaciones que no hacían más que desafiarme. Pero insistí y logré conseguir algo, lo mínimo necesario para acondicionar un salón de 30 mt2 venido a menos y dar clases, y por la noche, seguía haciendo funciones de acrobacia aérea donde fuera que me llamaran. Cuando quise acordar, Circomedia ya cerraba el año con 40 alumnos. Al siguiente, con 70. Yo ya no estaba sola, había formado un equipo, y escuchando con atención las demandas de quienes me seguían, comencé a crear programas de formación novedosos para que los acróbatas pudieran certificarse, ya que no existía nada por el estilo y el circo estaba visto como algo muy informal. Tanta gente queriendo formarse como artistas de circo y tan pocas opciones acordes a sus necesidades… Para el siguiente año ya una sede no era suficiente, ¡y teníamos 2! En 4 años pasamos de tener 10 alumnos a 150 y cumplimos nuestro sueño, la apertura de nuestra primera gran sede administrativa y que implicaba nuestra cuarta inauguración de local. HOY Hace un año decidimos dar un paso más desafiante. Tanto que parecía ridículo. Pensar en grande había pasado a ser un hábito para mi y mi amado socio: seríamos la mayor escuela de Circo del país. Necesitaríamos el mejor lugar, la mejor infraestructura y todo eso sin salir de la zona de trabajo habitual. Así, enfocadísimos y con visión, abrimos la quinta y mayor sede. Transformamos un galpón de un taller mecánico en Escuela de Circo y sede de nuestro elenco de acróbatas, además de ser un espacio ideal para presentar funciones de circo sin necesidad de salir a buscar espacios que alquilar para ello. Esta sede lleva el nombre de mi querido socio y compañero Jorge Bentancur, quien dejó su alma en la transformación de ese espacio y con su visión y talento edificó allí la mejor escuela de circo con la mejor infraestructura del medio. Sede además de nuestras dos marcas satélite que se gestionaron en este trayecto: el Taller de fabricación CircOh!, nuestra marca de fabricación de equipamiento para acróbatas y nuestro querido Programa Artista Emprendedor. Más de 700 acróbatas por año pasan por nuestro hermoso galpón. Recibimos cientos de personas de público cada mes en las funciones que presentamos allí. Empezamos a ser visibles de cara al mundo y no tardaron en llegar los intercambios internacionales. Hoy, lejos de conformarnos, junto con mi equipo sigo apostando a nuevos desafíos. Lo que más me movió después de tantos años formando jóvenes artistas, fue la necesidad que sentían de algo más allá de la formación técnica: querían ser artistas y vivir de ello, pero no sabían cómo. Así que me entregué al servicio, para compartir tanta experiencia con los jóvenes que desean, igual que yo, perseguir y alcanzar el sueño de vivir de su pasión. De esa necesidad, vio la luz el Programa de Mentoría Artística ARTISTA EMPRENDEDOR. Comprendí que las mejores decisiones que pude tomar fueron crear un gran equipo humano que pudiera potenciar la filosofía de trabajo de Circomedia y, en lo personal, invertir y apostar en las enseñanzas de grandes mentores que ya se encontraban donde yo quería estar y me guiaron en el camino. Nunca estuve sola. Cuento con el apoyo y la guía constante de maestros y organizaciones que con mucha generosidad velan por mi éxito y el de tantos otros emprendedores. Entre ellos: CIE (Centro de Innovación y Emprendimientos de ORT) OMEU (Organización de Mujeres Empresarias del Uruguay) y Endeavor Uruguay de la mano del Programa Emprendemos Juntas de Coca Cola. Hay que tener claro que pedir ayuda es un acto de valentía. Preguntar a quienes admiramos cómo lo hicieron será siempre tu mejor estrategia. Actualmente dedico mi día a día a trabajar con mujeres emprendedoras, a ayudarlas en su camino emprendedor, mano a mano o dando charlas y conferencias sobre emprender con sentido, lo que para mí sería emprender por el legado. También formo parte del programa Arena Emprendedora, una alianza entre el Centro de Innovación y Emprendimientos de Universidad ORT y Compañía CirComedia para entrenar las habilidades emprendedoras de mujeres que quieren empoderarse y entregarse a su pasión. Nunca estamos solos. Y el Programa de Mentoría Artística Artista Emprendedor es mi forma de devolver tanto de lo que me fue dado y de ayudar a quienes están entregados a la aventura de vivir solamente de eso que aman: ser artistas. Ser Artista es tu esencia, y emprender con ello es un acto de valentía. Leticia Mato. |
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