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Ciclo "ELLOS LO HICIERON" # 5

Para leer o escuchar.

Mano a mano con Luis Armando
“LOS RESPONSABLES SOMOS NOSOTROS”

Llegamos a la quinta charla mano a mano del Ciclo ELLOS LO HICIERON.  Este mano a mano le tocó al Artista Emprendedor Luis Armando. Actor, bailarín, director, dramaturgo, locutor y conductor. (Y seguramente olvidamos algún otro rol)

Un hombre completo, directo, tajante y con muy buen sentido del humor. Un apasionado del Arte y la Comunicación que no tuvo reparos en profundizar con nosotros en los temas escabrosos del arte y la cultura en nuestro país.

No dejes de prestarle atención a cada palabra de este artista emprendedor y amante de su profesión.

​Mano a mano con Luis Armando: "LOS RESPONSABLES SOMOS NOSOTROS"

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Leticia: Buenas noches Luis… Estamos en la quinta entrevista del Ciclo ELLOS LO HICIERON, este ciclo mano a mano. Un placer recibirte, muchas gracias.

Luis Armando: Gracias a ustedes por invitarme, es una linda idea esta de hablar de emprendedores.

L: Y lo voy a decir, porque lo dije off the record, pero lo voy a decir acá porque soy una valiente: es un bajón para mí entrevistar a un periodista y locutor de la calidad de Luis Armando [risas] Es una vergüenza lo que estoy haciendo… Ya te lo dije Luis, entonces tómalo como una charla de living y no como una entrevista.

L.A: Bueno… así empezó Mirtha Legrand también…
[risas]  Ella no era periodista, y un día terminó en una mesa que duró más de un cuarto de siglo y sigue durando hasta el día de hoy.

L: ¿Tengo esperanza entonces? Mirá si termino con mi propio programa de televisión…

L.A: ¡Era una actriz!

L: “Almorzando con Leticia Mato” Me muero, me encanta… excelente comparación. Luis, me gustaría que te presentaras, que nos cuentes un poco de tu trabajo, de tus emprendimientos, en qué andás ahora.

L.A: Hace 34 años que estoy en el mundo del arte y la comunicación, he vivido de eso desde entonces, hasta ahora. Creo que lo que tengo es una vocación potente, tengo un espíritu ejecutivo que no se modifica con el paso de los años. He tenido que tomar decisiones, algunas implican la soledad también, porque cuando tenés compromisos familiares y de otro tipo es difícil tomar decisiones que involucran a tu trabajo y lo que te gusta hacer. En la vida hay que tomar decisiones y ponerse metas, y para alcanzarlas hay que hacer algunos cambios, y parte de esos cambios es que la vida de uno no termina siendo como la vida de las personas normales. Cuando se termina de ensayar a las cuatro de la mañana es muy difícil tomar un trabajo que empieza a las seis de la mañana por el cual te pagan, en un país donde supuestamente tenés que tener un trabajo para poder ganar dinero, que no tiene nada que ver con lo que es tu vocación. Aunque gracias a Dios, yo siempre hice aquellas cosas que me gustaron hacer, por elección, nunca quise trabajar en algo que no quisiera hacer. Y otras personas sí, tienen que hacer algo que no les gusta. Entonces yo me presento siempre como un hombre del arte y al comunicación que le ha dedicado  la vida a eso, que está muy agradecido por lo que le dio el arte y la comunicación como ser humano, y que sigo aprendiendo todos los días de esa experiencia fantástica que es la comunicación. Porque hasta para leer un informativo se necesita tener sentido de la comunicación, o hasta para decir una noticia tonta o aparentemente tonta, porque no hay noticias tontas….  Quiero decir que cada cosa tiene un peso, y ese peso está en la voz, en la intención y en la interpretación.De alguna formar el informativista es un narrador, y es una de las artes de la comunicación, la narrativa. Yo tuve oportunidad de dirigir al grupo de narradores Dora Pastoriza, he sido narrador desde el radio teatro, retomé el género y estuvimos casi veinte años haciendo radio teatro de forma privada. También hice teatro para niños durante años porque me gustaba y porque quería cambiar la forma en que se hacia teatro para niños en Uruguay, mi idea del teatro para niños es sensorial, emocional.

Sobre sus inicios en el teatro y la radio.
Después en teatro para adultos trabajé un buen tiempo con Elena Zuasti, comencé con ella estudiando. Luego pasé a estudiar cuando se abre la Escuela de Teatro El Galpón. Atahualpa  del Cioppo nos reunía a todos la primer camada de artistas que después de la dictadura forman de vuelta la escuela Mario Galup y allí estudié con una cantidad de maestros: Ruben Yáñez, Imilce Viñas, Norma Quijano y un montón de actores muy queridos, con algunos todavía nos seguimos reuniendo, somos la generación del ´85. Muchos de ellos siguen estando, formando parte de la compañía. Y paralelamente a todo esto, tomé la decisión de hacer radio, creo que fue el punto de partida. Empecé siendo un locutor, mi necesidad de expresión vino con la locución. Mi papá quería que fuera ingeniero en comunicaciones, pero desde el otro lado, desde el receptor por dentro. Él quería que yo fuera ingeniero electrónico, y yo le hice caso a mi papá, porque desde muy chiquito me encantaba, sentarme al lado del técnico de la televisión y mirar absolutamente todo lo que ese señor hacía.
Había magia, y a mi siempre me gustó la magia. Era un visionario mi papá, decía “el futuro va a ser la tecnología” va a ser el mundo de la comunicación en el sentido de reparar, la otra parte. Y bueno yo le hice caso, empecé a aprender electrónica, física, dibujo técnico, historia de la ciencia, todo este tipo de cosas que formaron mi preparatorio, para convertirme en un técnico primero, y en un ingeniero después.
Antes de llegar a ingeniero le digo a mi padre “no, yo lo que quiero es ser un hombre de medios pero de medios del otro lado”  Ya desde chiquito hacía imitaciones, voces, creaba mis guiones, redactaba muy bien en la escuela, en el liceo me elegían para todas esas cosas que tienen que ver con escribir, con el hablar, el expresar, etc.
Ya vas viendo que hay distintas cosas que se van conjugando en mi: arte y comunicación. Yo no puedo creer que haya un curso o formación de comunicadores que se llame Ciencias de la Comunicación. No, Ciencias de las Artes y de la Comunicación. El Arte y la Comunicación están indisolublemente unidas, eso para mí es básico, fundamental.
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L: O sea que seguís esa Pasión desde niño…

L.A: Sí, empezó desde niño. Que yo recuerde, desde los ocho años yo ya le imitaba a mis compañeros de escuela los personajes de la tele. Los personajes de Plaza Sésamo los hacía yo. Los personajes del D´Angelo y las mil voces que hacía, yo me aprendía los guiones completos. O me aprendía los guiones de los comerciales. Veía mucha tele, me fascinaba, la radio también. Y los radio teatro fueron las primeras composiciones que pude escuchar con elencos que ya estaban desapareciendo, fue la última etapa del radio teatro.
Así que en un determinado momento dije “ténico en electrónica, me gusta, pero no” Yo quiero ser el hombre que está circulando por dentro de los transitores y los cables…

L: Quiero ser “la voz”

L.A: Quiero ser la voz en la radio. Y bueno, fui a hacer un curso de locución, en la Escuela Nacional de Declamación y allí me formé. Al año siguiente me llamaron por recomendación de la escuela y terminé fundando Emisora de La Costa, que hoy sigue estando al aire con buen éxito de público. Allí trabajé desde la construcción de la radio, porque me llamaron antes de que la radio empezara. Ya había hecho una pasantía en el SODRE en CX 38, que fue mi debut en radio como co conductor y locutor.
Entre eso, empecé a recorrer los medios para poder empezar a trabajar. Yo iba con mi diploma a buscar trabajo, porque quería decididamente dedicarme a esa profesión. Y un día me encuentro con Mirta Acevedo en Radio Sarandí que me dice “yo te voy a ser sincera, si tu querés realmente trabajar en radio, anda a hablar con una persona que yo te voy a decir, y esta persona te va a dar una cantidad de pautas, para las cuales vos vas a poder verdaderamente comprender más, más allá de un curso de locución lo que es ser locutor y comunicador” Bueno, fui a hablar con Quito de Lema, uno de los fundadores de La Batuta. Él me hace una prueba, me da una serie de recomendaciones sobre respirar, sobre la lectura, inflexiones, etc. Y me dice que tendría que ir a estudiar foniatría con Berto Fontana, y que después que hiciera unos meses con él, volviera. Fui con Roberto Fontana, me cambió la vida… Me cambió la voz, me cambió la visión de lo que era la comunicación, el decir, el conectarme con otros desde la palabra… Fue después de eso que empecé a dedicarme al teatro. Y desde ese momento hasta la fecha, no he hecho otra cosa que dedicarme al teatro y a la radio. Y en el medio de todo eso hice una locura…

L: A ver…

L.A: Todos hacemos una locura…

L: O varias…

L.A: O varias… Elena Zuasti me decía “Si tú no vas a formarte en una escuela integral como la EMAD, y vas a trabajar para formarte, vas a tener que elegir a tus maestros y  prepararte en distintas áreas” Así que yo elegí a mis maestros: en expresión corporal, zapateo americano, me di cuenta que me encantaba cantar, que me encantaba el musical, fui a hacer expresión corporal con Graciela Martínez, y seguía con mi trabajo en radio con Emisora de la Costa. Y un compañero de teatro me dice un día “voy a hacer la prueba en la Escuela Nacional de Danza” Y yo dije “eso es lo que me está faltando” [risas] He estudiado música, piano, canto… me falta aprender a bailar, porque yo hago expresion corporal, mi expresión es libre, pero danza es otra cosa…

L: Incorporar las técnicas…

L.A: Incorporar las técnicas… Tú técnica seguís siendo tú mismo. Y fui a la escuela de Danza. El muchacho que me dijo que me presente quedó afuera, y me toman a mí. Cuando empecé a estudiar Ballet Clásico, me quería matar…
[risas] 

L: ¿Por qué?

L.A: Porque me di cuenta que mi universo, el de la libertad creativa, me había acostumbrado a no tener disciplina. Y el ballet clásico me empezó a dar disciplina, equilibrio, coordinación, postura… Y empecé a sumar, y todo apuntaba a lo mismo: que quería trabajar en comedia musical. Que quería dedicarme al teatro, al canto y a la danza. Pero no iba a dejar la locución y no iba a dejar la radio. Porque también me encantaba ese tipo de comunicación. Entonces seguí haciendo Artes y Comunicación toda la vida, hasta el presente. Y el baile me llevó al Flamenco, y hoy llevo veinticinco años bailando Flamenco, soy el director de la Compañía Sociedad de Ópera, Opereta y Zarzuela. He dado cursos en España, trabajo para coralistas en cuanto a lo que son los desplazamientos, la utilización de los espacios escénicos para los cantantes.
Se amplió de tal manera, que inclusive el radio teatro, que para mí era aquel recuerdo de la infancia, en un momento dado en que solo podía trabajar en radio, fue mi conexión con el arte dramático. Y formé un elenco con Lucy Arregui y estuvimos diecisiete años juntos, haciendo cuatrocientas obras, unitarios, que los tengo todos.

L: Es la Compañía Teatro Del Sol.

L.A: Sí, hemos hecho fonoplatea en la sala Felisberto Hernández en la Sala Zitarrosa. Gané el premio Margarita Xirgu de teatro radiofónico en España como mejor dramaturgo de habla hispana en el año 2000. No lo podía creer, fue una de las cosas más lindas, más emotivas. Y el Elenco de Radio Nacional de España hizo mi guión con actores españoles y viajé a España a recibir el premio, y todo esto fue por ser emprendedor. Todo trabajando a pulmón, y trabajando creyendo que podía lograr algo, y que la magia existe, y que los sueños se pueden hacer realidad, y que a veces hay que tener cuidado con lo que se sueña, porque se puede cumplir.


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L: “Todo esto pasó porque soy emprendedor” clarísimo el mensaje. ¿Creés que la esencia del emprendedor nace de un estado de rebeldía?

L.A: No tiene que ver mucho con la rebeldía, si no con la necesidad de decir “yo esto lo quiero hacer, lo puedo hacer y lo voy a hacer”

L: ¿Y hoy en día no te parece una rebeldía tener esa actitud?

L.A: No..

L: En un país donde estamos acostumbrados a esperar…

L.A: Hablás de rebelarse...

L: Sí.

L.A: Me rebelo contra el sistema sí. Desde ese punto de vista sí. Me rebelo contra un sistema que maneja códigos que no son los míos. Donde gente que no sabe nada de teatro y no saben de ninguna de las artes del teatro, hay gente que no se prepara para nada. Salen en televisión cinco minutos y después están en una sala llena de gente que no sé que es lo que va a buscar, pero seguramente hay algo que le ofrece esa persona. No sé… Hay sí una rebeldía de mi parte de decir: no me importa…

L: A eso me refiero… no a una rebeldía de decir “soy más loco” sino que hablo del coraje de decir: mi forma es esta, yo pienso esto y voy atrás de lo que yo pienso.

L.A: Exacto, yo fui desde chiquito así. Yo siempre hice lo que me pareció que tenía que hacer. Porque me enseñaron mis padres así. Ya me daban una libertad muy grande de pensamiento. Solamente con libertad de pensamiento y cabeza abierta podés tener esa visión y entender que la rebeldía no es porque sí. No es caprichosa.
​
L: Exacto.


L.A: No es anarquía. Si es desde rebelarse, sí. Vivo rebelándome contra la injusticia, que es lo que más me desacomoda y me desajusta. Cuando algo me parece injusto peleo, lucho. Cuando veo a un par que no le sale algo, lo ayudo, porque es una forma de ayudarme a mi mismo y de confirmar que tenemos que lograr nuestros sueños y nunca ser gente frustrada, que es lo peor que le puede pasar a un ser humano. No es para mi.

L: ¿Creés que hay un conformismo? ¿Cómo ves al artista uruguayo? “De esto no se puede vivir, esto es difícil” y terminan resignándose a veces a manejarlo como un hobbie en el tiempo libre que nos deja el trabajo de las ocho horas.

L.A: Esa lucha existió toda la vida, la de los actores bancarios, que salían a las cinco de la tarde a ensayar…

L: Eso no es oficio.

L.A: Si no vivís de eso no.

L: ¿Creés que se puede vivir del Arte en Uruguay?

L.A: Yo te puedo decir que se puede. En mi caso, Arte y Comunicación son dos caras de una misma moneda. Hoy no encontrás mucha gente que viva de la radio. Salvo que sea alguien que apareció primero en la tele y después a la radio. Antes era al revés, antes la gente pasaba a la televisión desde la radio. Era la escuela la radio. Lo único que cambió fueron las opciones que dio la tecnología.

L: Vivir del arte no es poner todos los huevos en una misma canasta.

L.A: Hay que ver qué arte...

L: Todo oficio tiene mil vetas que uno puede recorrer. A veces interpretamos vivir del arte como estar arriba del escenario y hacer una sola cosa.

L.A: Está muy bien, es justamente lo que quiero decir desde el Arte y Comunicación: hay que buscar la manera. Y buscar la manera es entender que no hay que que tomar pedazos de las cosas, somos una integridad y como seres comunicativos y expresivos podemos encontrar los mecanismos y las vías, pero necesitamos tener una llama interior que nos impulse a hacer eso, y necesitamos apoyo entre los artistas para tener esta actitud de trabajo, de mirar alrededor.

L: Actitud. Esa es la clave.

L.A: Sí, la clave es la actitud.

L: Para vos, ¿qué distingue a un artista de un artista emprendedor?

L.A: El artista, básicamente, es una persona que viene cuando quiere, construye cuando quiere, hace una cosa divina, preciosa, espectacular que la gente admira hasta quinientos años después. Dio una patada y dijo “esto es horrible” y fue a hacer otra cosa. Ese es un artista en estado puro. No tiene límites.
En cambio, un artista emprendedor es una persona que tiene que tomar decisiones, pone límites, “esto es una locura no lo voy a hacer. O me animo esta vez pero… cuidado”

L: El riesgo medido.

L.A: En mi caso sí. En mi caso, observo, estudio muy bien el panorama. Y después decido. Mi instinto es lo que muchas veces regula. Pero el raciocinio tiene que filtrar al instinto.

L: Una de las percepciones que al artista le desanima es, por ejemplo, la pregunta “¿Y de qué trabajás?” Histórico…

L.A: Sí, por eso te piden que les regales entradas…

L: Exactamente.

L.A: No le pedís al médico que te regale órdenes…

L: ¿Es porque es una injusticia de parte del otro, que no valoriza el trabajo, o es el mismo artista que proyecta esa realidad y por eso la gente tiende a hacer esas preguntas?

L.A: La culpa es nuestra.

L: ¿Por qué?

L.A: Le hemos dado a la gente eso. Les regalamos entradas, tratamos de llevarlos y empujarlos porque como no tenemos forma de difundir lo que hacemos, no nos vemos representados para la gente, ni en el cine ni en los medios que surgieron después de las artes del teatro. Entonces como no tenemos apoyo de nadie, el apoyo es tener que ir a golpear puertas todo el tiempo, se hace muy difícil y agotador obtener eso. Entonces llevamos a la gente, regalamos entradas, promovemos como podemos lo que estamos haciendo, y eso no es bueno, porque la gente se acostumbra a que lo que nosotros hacemos es regalar nuestro trabajo. Nosotros vivimos de amor al arte. Que a lo único que nos lleva es a una cosa romántica de decir “nos gusta hacer teatro, aunque no nos paguen nada”. Nosotros hemos creado esa imagen, y hemos venido pagando las consecuencias a lo largo del tiempo. Pero no es verdad.

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L: ¿Creés que entonces eso se podría revertir desde el mismo lado que se generó?

L.A: Ya se está revirtiendo.

L. ¿Por qué?

L.A: Ya se está revirtiendo, desde el momento en que empezó a tecnificarse la comunicación, y que la gente empezó a estudiar para trabajar, para obtener una licenciatura en medios de comunicación. Ya no es solamente que tiene linda voz o que pregunta bien. Se empezó a entender que hay una manera y una técnica: para hablar, para actuar, para pararse frente a una cámara, enfrentar un micrófono, la gente empezó a formarse de otra manera más integral.
Eso ya empezó a cambiar. Pero qué nos pasa: no tenemos identidad los uruguayos. Tenemos un reducido espectro de gente que sigue a los medios artísticos, que necesitamos, por ejemplo en el caso del Ballet, que venga un Julio Bocca para llenarnos la sala. Él traía la excelencia y lo mediático. ¿Qué ejemplos de gente mediática y con excelencia tenemos acá? Excelencia, podemos decir muchos. Enorme cantidad de desconocidos, que trabajan y son geniales pero nadie sabe quienes son. Y a la gente le gusta ver a la gente que conoce. Por eso llenan el Metro cuando vienen esas comedionas de distintos países. Llenan pagando mil ochocientos pesos hasta la fila número once. Porque los conocen, porque los ven en televisión y se sienten identificados con los artistas.

L: O sea que para vos, un poco la raíz de esa desvalorización parte de la falta de identidad también.

L.A: Falta de identidad, de comunicación y difusión. Y de no defendernos nosotros. De no hacernos valer. Decía Darío Vittori “yo jamás regalé una entrada” Las entradas no se deben regalar.

L: ¿Cuál es el drama del artista con la plata? ¿Por qué nos cuesta hablar de plata como si nuestro oficio no lo precisara?

L.A: Porque es invaluable.

L. Pero, ¿por qué?

L.A: Lo tiene que valorar otro. Pero mirá que no todos son así, hay muchos que lo tienen muy claro: “esto va a salir tanto” Mucha gente ha sabido venderse. En el buen sentido de la palabra y no de la prostitución.

L: Pero viste que la palabra “venderse” no gusta mucho a los artistas.

L.A: No, porque está asociada a la prostitución.

L: A lo comercial también.

L.A: Pero lo comercial no tiene porqué molestar.

L: Pero molesta. “Este es comercial, está para la plata” como si la plata no la precisáramos los artistas.

L.A: Claro… como si no la precisáramos… Porque tenemos que comer, tenemos que pagar alquiler…

L. Estamos exonerados de impuestos parece.

L.A: ¡Claro! Ese es otro tema, Los institutos culturales están exonerados de impuestos pero igual después te cobran un fijo para ir a trabajar. Y si no te va bien en la obra tenés que pagar de tu bolsillo. Son parte de los riesgos que tiene que correr cuando estás en esta profesión de emprendedor también. Porque no tenemos productores. Y ahora se ha puesto la figura del productor, y esa es una de las cosas que te decía que ha cambiado. Con la globalización, se tecnificaron muchas cosas, y entonces se empezó a entender que necesitaban que alguien se dedicara a juntar la plata.
Tenemos que tecnificarnos más. Tener mejores productores, tenemos que tener más espacio en televisión, modificar las leyes… Acá hay que modificar las leyes necesariamente para defender a la cultura. Creo que, y que me disculpen los que piensan lo contrario,hay un interés en que la gente no sea muy culta, ni que esté preparada para pensar, ni para elegir ni para tomar sus propias decisiones.

L: ¿Crees que ya desde chicos, el sistema educativo está preparado desde ese lado? 

L.A: Creo que hemos tenido un giro en ese sentido. Nuestros gustos se están orientando hacia otras cosas, pero no hacia la calidad del pensamiento y de la creatividad. Es algo global, no es algo que tenga que ver solamente con la cultura de un país. Creo que se ha perdido el sentido común. Y eso nos obliga hoy a tener leyes que defiendan a la cultura que van a ayudar al emprendedor a poder conformar una figura inteligente, racional, de cómo vender su producto. Necesitamos leyes.

L: Sin entrar en pánico. Yo que trabajo con artistas, cuando les decís la palabra “vender”…

L.A: El artista no se tiene que vender. Pero sí tiene que vender su producto. Tiene que pagarle a la gente con la que está. Porque la gente tiene que comer y tiene que vivir de eso que están haciendo, y tienen que tener una jubilación mañana. Hay mucho por hacer…

L: Es largo el trayecto. ¿Pero ves que hay un cambio, una tendencia a mejorar?

L.A: Yo creo que sí. Estamos trabajando en SUA (Sociedad Uruguaya de Actores), estamos trabajando en AGADU (Asociación General de Autores del Uruguay), en todos los lugares hemos dado pasos, muy cortos pero muy firmes. Se le ha dado un apoyo al teatro independiente. Pero Uruguay sigue siendo uno de los países con más espectáculos en escena en comparación con el dinero que se le invierte para que los tenga. Eso quiere decir que todavía hay gente que acompaña, pero hay que mostrarla más a esa gente.

L: Y que existe gente que es capaz de crear “sin recursos”. Justamente el emprendedor es esa persona que no espera tener los recursos, si no que los crea.

L.A: Sí, pero también la gente necesita enamorarse de las personas, tiene que verlas. Si no hay seducción, no hay desarrollo posible. Somos invisibles si no nos muestran. ¿Por qué no nos quieren mostrar? ¿Nunca a nadie se le ocurrió pensar por qué no nos muestran a los artistas y comunicadores en general? Por alguna razón es más barato ir a comprar una lata en otro país. Y por alguna razón es más fácil mantener una sala con elencos extranjeros. Pero los responsables somos nosotros.

L: Tenemos que empezar por adentro.

L.A: Sí. Lo que hay que hacer es una limpieza en la casa. Hay que agarrar un montón de volquetas enormes. Hay que vaciar absolutamente todo y empezar a construir de nuevo, donde la estructura es nuestra base. Pero empecemos a hacer cambios radicales, si no esto se hunde.

L: Uno de los temas que nos gusta tocar, es el miedo al fracaso. Pareciera que el emprendedor tiene esa luz aparte para caer y levantarse.

L.A: El miedo al fracaso existe siempre.

L: Sí, pero la diferencia es la actitud que tomamos frente a eso. Vos habrás tenido mil obstáculos. No todo es color de rosa…

L.A: No, claro. Yo no he tenido problemas en concretar los proyectos, solo una vez, y porque yo no era el director. Pero concretar, justamente, significa enfrentar las dificultades. Si yo no estoy dispuesto a enfrentar las dificultades y voy a creer que todo me va a salir bien, no, no es así. Más dificultades he tenido con las personas. Con las personas es difícil trabajar porque justamente el director tiene que manejar mucho la psicología, y eso genera a veces mucho estrés, porque no siempre tenés la capacidad de transmitirle al otro lo que tu querés que se logre hacer. Pero eso no solo pasa en el teatro. Hay que saber que va a costar. Pero eso sí, cuando vas a emprender, en tu cabeza tiene que estar “yo lo voy a lograr, y que nadie me diga lo contrario” tenés que ser empecinado.

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L: ¿Y el miedo al éxito existe también? Muchas veces escondemos el éxito por el qué dirán. ¿Lo sentís eso?

L.A: Lo veo por otro lado. Esa es la sociedad nuestra. Pero no solamente en el arte y la comunicación, es en todo. Vivimos en un país que es tan aldeano por momentos, que en vez de estar mirando para adentro y de ver sus proyectos, está viendo lo que hace el otro.

L: O en vez de alegrarnos el éxito ajeno…

L.A: Pero es que no se alegra la persona que es frustrada, o que no tiene capacidad o no sabe cómo.

L: Es a nivel general, no solo del artista. A lo que voy es que eso va despertando como cierto miedo al éxito o a reconocerlo públicamente.

L.A: Es miedo con él mismo. Es miedo a no sentirse capaz de poder hacerlo. Ese es el único miedo grave que yo veo detrás de todo emprendedor.

L: La falta de confianza.

L.A: La falta de confianza, la falta de autoestima, la falta de haber tenido disciplina para haber llegado a donde está, y saberse plantar y mirarse en el espejo. De hacerse responsable.

L: Bueno, esa es una condición también del emprendedor, hacerse responsable, de lo bueno y de lo malo.

L.A: Pero en un mundo que es aldeano, de gente que te va a poner palos en la rueda porque sencillamente no logra ser así, no logra tener auto crítica, no se forma, no se prepara…  Es más difícil todavía. Es como darle un arma a un animalito, un primate… [risas]

L: Los paralelismos que estás creando Luis esta noche son fantásticos.

L.A: Nuestro problema es de idiosincrasia, y con eso vamos a tener que luchar por mucho tiempo. El joven está en un momento terrible.

L: ¿A qué te referís? Aparte de a todo…

L.A:
Aparte de a todo… Ser joven en esta época debe ser una de las cosas más difíciles que puedan haber en la vida. Y lo otro terriblemente difícil es ser viejo. Para el viejo es un mundo incomprensible…

L: ¿Estamos a punto caramelo nosotros entonces decís? [risas]

L.A: ¡Estamos bárbaro! Estamos en el medio maravilloso donde no somos…

L: Ni una cosa ni la otra.

L.A: Pero los jóvenes nacen con la tecnología, viven estresados desde que nacen. Son nerviosos, tienen que tomar medicamentos para regular el humor desde que tienen tres años, son hiperquinéticos, no terminan nada nunca porque los padres los mandan a hacer de todo pero nunca están con ellos. No llegan a tener códigos, y después cuando les toca enfrentarse a una clase, de lo que sea, de teatro, de locución, de danza… faltan, no saben lo que quieren, no saben hacia donde van, son bocones, dicen “ya me salió”, pero no les salió, y creen que sí, no tiene criterio. Es lo que ha fallado esta generación, en que los chicos trabajen el criterio, el sentido común.

L: Ahora con la creación del bachillerato artístico se ha creado una consciencia. Hay más jóvenes que han optado por el camino artístico.

L.A: Afortunadamente, es lo que te decía. Todo lo que se termina haciendo parte de una de un conocimiento, de un estudio. Tendría que haber un doctorado, una maestría…

L: ¿Sentís que hace falta en el sistema educativo artístico curricular hablar un poco más sobre el hacer? No se nos habla de cultura emprendedora.

L.A: Hay que legislar.

L: Cuando emprendés te enfrentás a un montón de cosas que no se nos enseñaron en la escuela de teatro, o en la de danza, por ejemplo.

L.A: Totalmente.

L: Por eso la palabra “negocio” nos da como esa cosa ajena.

L.A: Negocio tiene que ver con negociar, con buscar la manera de llegar a determinado fin a través del diálogo, la conversación, la investigación. Todos tenemos que aprender a ser buenos negociadores. Se tiene que estimular desde la escuela. Cuando empezó a venirse abajo nuestro sistema educativo se empezaron a perder muchas cosas, y yo creo que justamente desde el sistema educativo es desde donde se estimula a los chicos a expresarse. Ya se van a expresar de una manera o de otra. Van a elegir si ser médicos, abogados, carpinteros, peregrinos o soñadores, pero lo que importa es que el niño pueda decidir qué es lo que quiere. Y para eso hay que estimular, hay que apoyar, y hay que tratar de que emprenda el camino y coexistir de la mejor manera posible. Uruguay se ha quedado corto en leyes que aporten a la cultura y a la educación en el aula. Y yo creo que hay que estimularlas mucho más. Y que no tenga nadie miedo de que porque alguien se forme y se informe más, va a ser perjudicial para un país o para un gobierno.

L: Luis, ¿qué les dirías, cuál es tu consejo para todos los que quieren ser artistas, que tienen el sueño de vivir de su arte, sea cual sea?

L.A: Yo les diría que busquen siempre la forma de cumplir sus sueños, siempre y cuando eso no implique dañar a otra persona. Que luchen por sus sueños, que busquen la manera de concretarlos. Y que no le escapen, que se paren de frente a lo que se llama “frustración” y que a esa sí le digan que no entre en sus vidas. Eso le digo yo a los jóvenes emprendedores. Que concreten sus sueños, porque nadie vive la vida por ellos mismos. Y si alguien no te llama, o no te da una oportunidad, construila.

L: Luis, muchísimas gracias por esta instancia de charla.

L.A: Gracias a ustedes.

¡Gracias Luis Armando!
Gracias por este mano a mano con Artista Emprendedor.


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Luis Armando y Leticia Mato

Entrevista realizada en: Compañía CirComedia Uruguay |  Entrevistado: Luis Armando | Entrevista realizada por: Leticia Mato | Asistencia: Paola Núñez | | Edición: Jorge Bentancur | Idea original: Artista Emprendedor con el apoyo de CIE - Centro de Innovación y Emprendimientos ORT y Red Emprende Cultura
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​Mentoría para Artistas Escénicos
Creado por Leticia Mato

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